Hace 2 meses, yo estaba en la madrugada de un día rutinario en el cual despertaba con la peor noticia del mundo. Chris Cornell decidía dejar este mundo en incertidumbre, tristeza y mucho simbolismo, siendo tal vez la jornada más oscura y dolorosa que he tenido que vivir. Hoy 20 de julio, sabíamos que era la fecha de su cumpleaños, en el cual hoy si estuviera vivo, sería una leyenda de 53 años, llenando estadios con la gira de Soundgarden. Pero hoy desgraciadamente ese dolor maldito se extendió de la manera más irónica posible, quitándonos a otra gran voz del rock.
Aún recuerdo la primera vez que escuché Linkin Park, era un chico enrabiado, en donde la música genérica comercial me tenía apestado, y la empatía no existía, siendo la imagen superficial el reemplazo de esta. Fue un momento de mi adolescencia, cercano tal vez a los 13 (incluso diría menos) en el que yo solo querría sacar todo a flote, sin pensar, sin meditar, solo querría explotar. En uno de esos agitados días, pasaba por un local en el cual había una rockola en donde se podían elegir videoclips, y extrañamente unos jóvenes pusieron en reproducción una cinta muy peculiar, en donde los pasajes eran surreales y todo muy nuevo para mí. «In The End» siempre me dijo que algo pesado, profundo y triste estaba de fondo, pero por primera vez sentía que algo me decía que nada iba a ser igual. Gritar con energía «Faint», desquitarse con la acumulada explosión de «One Step Closer», recitarle a los demonios y pensamientos con «Numb», cosas que me hicieron darme cuenta del talentoso rango vocal que Chester Bennington tenía para entregar. Esas letras que siempre fueron un soporte emocional guiándome en todo sentido, y que me hicieron la persona que soy yo, y a un millón de personas que tuvieron cabida gracias a su música .
Sus demonios e infiernos se hacían sentir en un terremoto de emociones, en donde sus gritos destrozaban nuestra mente con reflexión, y su angelical voz lograba darnos esa estabilidad que necesitamos para cuando nuestro enojo se apoderaba de nosotros. Creo ser muy honesto que en muchas partes de mi vida, necesitaba a ese maestro que me dijera que nada sería fácil, pero que en un mundo lleno de odio y orgullo, el amor y la consciencia serían siempre la cura para todo los males, y ahí estaba Chester Bennington a mi lado.
Es triste pensar que en algún punto, todos caemos en la ilusión de la inmortalidad, en donde los ídolos que iluminaron el camino oscuro, terminan cediendo a las sombras. Hoy perdemos de manera trágica y simbólica a un cantante que tuve el aprecio y suerte de ver en su último paso por Chile, escuchando esa energía vibrante, deslumbrando por su firme posición musical, y por no tener miedo a otros horizontes musicales.
Hoy me pregunto nuevamente ¿Por qué todo tiene que ser tan pesado? perder a una persona que fue cercana, y que realmente nunca conociste en persona, pero que siempre fue el reflejo de uno cuando más lo necesitaba. ¿Por qué tiene que ser tan pesado perder a un artista? en un mundo en donde predomina la superficialidad y el consumo,en donde debería haber más músicos sinceros, pero los buenos solo se marchan.
No soy nadie para juzgar la decisión que hayas tomado, y tampoco analista para pensar en la fatídica coincidencia con la que sentenciaste, pero solo quiero decirte muchas gracias. Te agradezco por haberme dado a conocer que era el rock, te agradezco por haberme mostrado que la belleza igual puede ser brutal, te agradezco finalmente por haberme dado un sentido para seguir investigando en la música. Chester, nunca te olvidaremos, créeme que en el fondo de todo, nos dejaste mil enseñanzas a cada uno. Te extrañaremos mucho.
Q.E.P.D. Chester Bennington