Por Nicolás Mencia Pérez
A las 19 horas comenzó a entrar el público. Fuera del recinto había que caminar con cuidado por la cantidad de gente que ocupaba todo lugar. Padres, madres, hijos, pololos y amigas, distintos grupos eran los que venían a disfrutar de lo que sería un show de aquellos.
Una red de pesca se encontraba en la parte superior del escenario mientras se proyectaban luces y figuras, provocando el reflejo y la apariencia de que no era una tarima, sino más bien algo imposible de que exista en Santiago, pero que el 14 de noviembre de 2017 ocurrió: el mar llegó a Espacio Riesco con Jack Johnson y su Tour sudamericano.
El artista hawaiano cautivó al público que estuvo presente, haciendo que los fans fueran un coro que armonizaba los versos del cantante. También lo fue cuando Johnson mencionó lugares costeros de nuestro país que ha visitado en varias oportunidades como Punta de Lobos y Pichilemu.
Johnson desde que nació ha estado ligado con el mar y la protección de ella. Las injusticias también se incluyen, tan así que creó “My mind is for sale”, canción dedicada al presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Una canción que destaca en lo rítmico y agrada desde el inicio.
Uno de los momentos más recordados, según los murmullos de los asistentes post concierto, fue cuando solicitó la colaboración para interpretar “I Got You”, asunto que fue aprobado de forma certera y en segundos comenzó a sonar los golpes de la guitarra que dan comienzo a la canción, para luego sonar tanto como adelante o en los últimos asientos silbidos que generaron una armonía indescriptible.
Luego de un agradecimiento de los artistas, todos pensaban que había llegado el final. Otros pedían a gritos el regreso de Johnson cuando el mar desapareció y se oscureció. Hasta que de pronto, tras escuchar gritos, los que ya habían comenzado a salir dieron una vuelta para retornar donde estaban y seguir escuchándolo en los minutos finales del concierto.
Hay momentos que no serán fáciles de olvidar por los enamorados cuando comenzó a escucharse la primera parte de: “Yo tengo un ángel, ella no lleva alas, lleva un corazón que puede derretirme”. Esa canción era “Angel”, donde parejas reflejaron sus habilidades en el canto, y a la orilla del mar hawaiano, demostraron su amor con abrazos y besos apasionados.
Con más de una hora y media cantó sus éxitos y canciones de su nuevo disco que lo trajo de gira. “Better Together” fue la última canción que desató otro estadillo de sentimientos para parejas y amistades.
Los oyentes se transformaron en diferentes especies de habitantes del mar que, al son de la rítmica de la batería, el rasgueo de la guitarra y las marcas del bajo, sus cuerpos se movían y sus cabezas se balanceaban.
Solamente bastó con batería, bajo, piano, acordeón, guitarras y ukelele para armonizar una noche fría, acompañada de una brisa que hacía aparentar una playa con las olas en el escenario y la música de Johnson como una suave melodía alrededor de una gran fogata para los cientos de asistentes que coreaban de par a par los versos.
Si alguien de los que presenció el espectáculo tuvo un día con estrés o necesitaba desahogarse y relajarse, de seguro pudo cumplir ese sueño de transportarse a una playa paradisíaca junto a un trago o jugo en su mano.
El regreso fue más que un éxito. Ese episodio quedará en los recuerdos de quienes se relajaron y tuvieron momentos únicos. Jack Johnson triunfó, gozó y cumplió con traer el mar y sus canciones a Santiago.