A todos nos tomó por sorpresa que los horarios hayan sido cambiados de último minuto en la parrilla del día sábado en Lollapalooza, pero lo bueno fue saber que la mayoría de las presentaciones no perdieron su puesto en el cartel. Esto a muchos les molestó, y a otros les dio igual. Sin embargo, independiente del atraso, la inminente venida de Royal Blood los tenía a todos inquietos, esperando su ansiado debut.
La banda sin preocupación de lo ruidoso de su presentación, decidió dejar la vara alta de manera inmediata, creando una energía violenta que solo concibió con el fin de acabar con todo a su alrededor. «Where Are You?» y «Lights Out» ocasionaron la primera tormenta de arena del Acer Stage, que mientras la gente se anticipaba a armar los mosh pits, el viento cada vez se tornaba en un huracán de proporciones catástróficas, que iban siendo detonadas por la maquinaria minimalista, pero efectiva del dúo inglés. Ben Thatcher en la batería era el combustible incendiario de todas las canciones, con Mike Kerr almacenando cada disparo y explosión con su bajo distorsionado y su sensual actitud. Sus dos discos (Homónimo y «How Did We Get So Dark?») fueron turnándose en el setlist, dejando satisfecho a todos los seguidores y nuevos oyentes, quienes acompañaron cada nota de manera salvaje.
Fueron 8 temas que-en poco tiempo-inspiraron a jóvenes y adultos a unirse en uno de los círculos de mosh más grandes de toda la jornada, de cara a cara frente a sus diferencias. Una instancia de observación en una fila de enrabiados fanáticos que mientras escuchaban el ametrallador tema «Out of the Black», chocaron entre sí, y comenzaron un desquite pocas veces visto en un escenario de Lollapalooza. Si, como pueden leer, fue un debut extremadamente bueno, pero que deja con ganas de más. Royal Blood tiene que ser uno de los shows más brutales en lo que lleva el festival, y en su corta duración hizo explotar a toda una multitud.