Imágenes por Carlos Müller y Juan Kattan
El potente final que Pearl Jam otorgó la noche anterior, fue la culminación de una jornada que recién estaba empezando, y que sería hincapié para el resto de los días del festival. El sábado abrió con la intensidad y talento de Alain Johannes Trío, que, con un calor imponente, supieron entregar una presentación que repasó algunos temas del material solista del músico chileno, y los clásicos alternativos de Eleven entremedio. El grupo ha estado activo en muchos festivales y ciudades de nuestro país, y Lollapalooza no fue la excepción para mostrar un sonido potente y rockero. Pasado las 15 hrs, Chancho en Piedra se vestía con sus cascos de espermatozoides acompañados de sus amigos réptiles, para presentar uno de sus discos más emblemáticos, “La dieta del lagarto”, en donde la ola de saltos, mosh pits y la fiesta empezó a desestabilizar el orden del VTR Stage.
Todo iba normal y organizado, pero un pequeño destiempo con los viajes entre el festival en Argentina, y el de nuestro país, atrasaron muchas de las presentaciones, incluso cancelando una muy esperada. Spoon no pudo tocar debido a este desarreglo, cediendo su puesto a Las Pelotas, y así modificando totalmente todos los horarios. Royal Blood tuvo que cambiar su horario y recinto, siendo el Acer Stage el predilecto en esta modificación. Mientras toda esta noticia ocurría, con su sensual carisma y vozarrón, Mon LaFerte nuevamente se apoderó de un escenario importante, y haciendo cantar a todo el Parque O’higgins a su merced y dominio, con sus himnos del desamor creando un ambiente emotivo y fuerte. El rap se hizo presente en esta segunda fecha, con Anderson Paak haciendo suspirar a sus fanáticas con su estilo experimental y pop, que en ciertas instancias jugó con el jazz y bases alternativas del género. Con cierta certeza en sus movimientos y su personalidad encantadora, Anderson con sus músicos entregó una presentación llevada de Flow, ritmos pegajosos y una versatilidad con los instrumentos, en donde él igualmente expuso su habilidad con la batería.
Los retrasos para algunos asistentes, fueron una gran molestia, pero apenas los artistas restantes llegaron a subirse al escenario, entonces solo cedieron y disfrutaron de sus artistas favoritos. Chance The Rapper en su primera visita al país, instauró su autoría de creatividad y fiesta, con músicos de acompañamiento incluidos en su mezcla. Royal Blood digno de ser destacado como uno de los shows que más dejaron la vara alta con sus componentes pesados y minimalistas, con su rock pesado y simple, en donde un montón desató una batalla campal. Red Hot Chili Peppers cumplió con la energía individual y sonora de sus miembros, con una interacción pequeña, pero derrochando actitud.
Los desarreglos de los horarios tuvieron que haber sido el único punto bajo, pero nuevamente se confirmó que la diversidad musical es la que gana en esta propuesta, y el entusiasmo resultó ser la vencedora de un día sábado mucho más intenso, y que cerró con pirotecnia