El plan perfecto para robarse un banco, la infalible estrategia de la distracción para invadir el interior de una mansión. Como si fuese el crimen perfecto para pasar a la historia. Una descripción cinematográfica, pero que en cierto nivel definió de esta manera la inolvidable fecha que se vivió ayer en la ciudad puerto. La Brigida Orquesta anunció durante abril que con Como Asesinar a Felipes serían cómplices de este nuevo asesinato, compartiendo a Felipe Metraca (baterista) en las dos agrupaciones. El Teatro Municipal de Valparaíso obtuvo una asistencia notable y llena de energía, expectantes a lo que sería una mezcla intensa entre la actitud callejera y la ruptura de la mente.
La poesía y fluidez callejera de La Brigida Orquesta fue la entrada de todo este evento, que -con pocos sencillos lanzados, y un trabajo de estudio a punto de ser estrenado la próxima semana- lograron mostrar una irreverencia venidera de la jerga urbana. Los relatos cotidianos de Matiah Chinaski eran ensalzados por los clásicos sonidos del piano de Gabo Pillao, mientras Felipe Metraca disfrutaba en las percusiones, dando espacio al desplante de los trompetistas y saxofonistas, que acompañaban esta fiesta piante pero variada. Su presentación no se basó solamente en la demostración de letras descriptivas, y pensamientos profundos al ritmo de un rap jazz. También contó con vestimentas y etapas en donde se pudo ser parte de los conceptos mostrados, que fueron llevados a escenario gracias a una manifestación inicial, que incluyó calcetines en la cabeza de los protagonistas, como también la aparición de «fantasmas» al escenario. Los cuales obviamente, eran disfraces.
Piensa este comienzo como si fueras uno de los delincuentes que forma parte de este gran delito, conformado por estos músicos desafiantes de lo genérico. Algo embellecido en cierta manera, y que muestra ser agradable al momento. Todo eso como una leve ilusión inicial, que venía a ser atormentada por un destello parpadeante de visuales y sonidos venideros de otro lugar. Como Asesinar a Felipes hizo el rol de flauta, para hipnotizar a todos los asistentes como serpientes alrededor de todo su setlist, mostrando canciones importantes de su discografía, pero pegando más fuerte con sus temas de «Elipse«. Fue un viaje que no dio para pensar, dejando a más de alguno quieto con la vista fija, escuchando los sermones y predicas de Koala al micrófono. El juego de luces hizo efecto en todas las secciones complejas y jazzeras, creando ambientes de descontrol mental en todas sus variantes. El grupo finalizaba con una cantidad de temas precisos, pero que dejaron satisfechos a los presentes.
Fue un evento que logró captar la atención de mucho público, y que fue una clase de vanguardia en diferentes estilos, pero con una pizca de rebeldía en cada una. Se vio que las dos bandas querrían contar una historia solo con los diferentes matices de sus propuestas, y es que al menos el título de este encuentro cayó como anillo en el dedo. Fue un alunizaje que irrumpió con nuestra percepción, jugando con la realidad y la cotidianidad.