Por Fernanda Schell
No todos los días se cumplen 40 años de carrera e historia musical. Este caso fue de Bauhaus, una de las primeras bandas de rock gótico en crearse. Dos de sus creadores, Peter Murphy y David J, celebraron su formación con una gira que repasó sus clásicos temas. Esta fue la quinta visita de Murphy a Chile, que lo trajo para recordar su paso por la mítica banda gótica Bauhaus en el Teatro Caupolicán.
Todo inició a las nueve de la noche, puntual, bajo una noche fría y expectante para escuchar los sonidos ocultos, mezcladas con la oscuridad, daban paso al comienzo de una noche especial. Repentinamente aparece la banda, David J iniciaba con su bajo junto a Murphy que realizaba movimientos extravagantes, sin perder el estilo que lo caracteriza. El teclado pulsante, formando la preparación para In The Flate Flame, tema donde el líder mostraba sus tonos altos y largos, seguidos por un bajo rápido, al ritmo de una batería que no dejaba de cumplir su misión.
Continuando con la presentación, la banda siguió con Double rare, aquí Murphy buscaba una corona que utilizó mientras cantaba y deslumbrada en el escenario, jugando con las luces y auto-coronandose como el rey de la noche.
En un momento, Murphy tomó su megáfono para utilizarlo de fondo con su micrófono, generando una imagen de protesta, mientras seguía dando vueltas y jugando con el público. A veces, iba donde el baterista -con una luz tenue de fondo- cantando o desapareciendo entre la noche. El padre gótico nunca perdió su esencia.
En Dive, tema más rápido, donde se mostraba energía por parte del público y la banda. Las personas bailaban, mientras que las luces rojas mezcladas con azul resaltaban en el escenario.
De repente, el líder daba vueltas en el escenario en círculos y hacía repetitivamente alusión a la luz, como una señal divina que llegaba hacia él, iluminandolo en pleno escenario.
Llegó un momento de tensión, mientras hacían intercambio de instrumentos. Murphy intentaba hacerles señales al sonidista mostrando un poco de molestia, mientras sus compañeros seguían con algunos acordes que dieron paso a Nerves. Un teclado que sonaba como una película de terror, hacía una pausa, que calmaba el momento pero hacía una atmósfera oscura, manteniendo al público atento. Siete minutos donde J y Murphy, marcaban la noche.
Pasa los minutos, la gente deseaba más del recuerdo de Bauhaus, continuando la segunda parte del show con Burning From The Inside. Sus pares seguían marcando las melodías y el vocalista se acomodaba. El tema iniciaba tensamente, demostrando el lado espeso, pero tenía progresión con las notas, hasta llegar a un juego entrelazado en la guitarra con el canto de Peter.
Con su bufanda roja, de negro acompañado de sus collares, seguía su show. Una batería que retumba cada segundo y crea suspenso, da inicio a un tema clásico de Bauhaus, Bela Lugosi’s Dead. La canción creó atmósfera de ilusiones, identificando el rock gótico puro. La gente cantaba y coreaba la canción, mientras que Murphy jugaba con el público, se movía y utilizaba su micrófono para dejarlo en diferentes partes. De momentos agradece a su público, se dirigía a ellos y no los perdía de vista.
Continuó con She’s In Parties, donde el líder gótico aparece con una melódica que utiliza en los coros, mientras que sus pares lo acompañaban de fondo. Cantándole a una mujer, entregaba un momento mezclado con la psicodelia, las luces y un bajo alucinante. Ocurrió un silencio, pero se cortó repentinamente con Dark Entries, la rapidez, tipo post punk se hacía presente. Saltos, giros, rapidez en los instrumentos, concebían una mezcla llevada al pasado.
Después de una hora y media, ya se daba por terminado, pero la gente aún tenía energía y pedía más. De repente, Murphy y compañía reaparecen en escena, bajo los efectos de la atmosférica canción Ziggy Stardust de David Bowie, tema sorprendente que causó nostalgia, recuerdo y alegría. Los músicos tocaron con pasión, efervescencia y fuerza ante su público, sintiendo un desplante para dar cierre a una noche llena de memorias.
Fue un repaso por canciones que se mantienen intactas en la historia de la música a través de cuatro décadas. Estampa, elegancia y seducción, tres factores que se hizo presente en Santiago a través del recuerdo de Bauhaus. Simplemente unas aves nocturnas.