Para muchos el boom del año pasado, para otros una de las grandes decepciones respecto a la expectativa que se tenía. Arctic Monkeys dejó una barra divisoria y dudosa frente al futuro espectro que su nueva fórmula podría tomar, ahora declarando un gusto más ligado al piano y a lo espacial, mientras que la potencia y las guitarras pasaron a segundo plano en «Tranquility Base Hotel and Casino«.
Una gran mayoría de los fanáticos se ha atrevido a declarar que tal vez esta nuevo paso es una ambición pérdida de Alex Turner con sus compañeros, queriendo explorar su imaginario creativo ligado a The Last Shadow Puppets, pero en clave de Arctic Monkeys. Es el mismo cantante el que ha salido a desmentir de inmediato estos dichos, aclarando que él propuso la idea a los miembros de la banda, y que todos accedieron a ser partícipes de este experimento raro. Independiente de aquel resultado mixto en gusto, pero exquisito en producción, la banda no ha perdido el rumbo cuando hablamos de su propuesta en vivo.
La tranquilidad del Lounge, los lujos de la elegancia, la banda ha sabido equilibrar sus nuevos conciertos con mayor enfoque a las luces, sutileza del desplante y más dirigido a ser una experiencia con turbulencias y viajes placenteros. Todo el material queda cargado para el sector de los discos más populares y experimentales de su carrera, esto contando con «AM», «Suck it and See», «Humbug» y su último trabajo. Su setlist también va variando con su repertorio de clásicos rockeros como «I Bet You Look Good on the Dance Floor«, la intensa «Brianstorm«, y quien sabe si se puedan sacar su rareza por ahí.
El acto más esperado desde su última visita en 2014, Arctic Monkeys viene a cerrar el último día de Lollapalooza con su pisca de rock espacial y vanguardia, que será tal vez uno de los shows comentados de la jornada de 3 días que nos espera en el Parque O´Higgins para este año.