Vas al buscador de Youtube, después de haber leído sobre tal banda millenial de Michigan que se atrevió a devolver el sonido setentero de la música rock con vertientes muy similares a Led Zeppelin, The Who y otros. Lo más posible que desde donde estés parado-y más aún si eres amante del rock- pensarás que hablo de algo despistado y atrevido. Primera presentación encontrada, Rock AM Ring 2018, y se puede apreciar a una banda de 4 jóvenes veinteañeros que con pasión y talento, tocando para gente tibia y estática. Esto se repite en la mayoría de sus presentaciones en Europa.
Es 28 de marzo de 2019, la euforia de este grupo de inmediato logra unir a una comunidad, y formar los primeros fanclubs en seguimiento de su llegada. Los hermanos Kiszka (Joshua, Jake y Samuel) y Daniel Wagner aterrizaron al país, a lo que a su sorpresa muchas chicas los recibieron con regalos, banderas de Chile con su nombre puesto y una simpatía genuina. Entre saludos oficiales y risas, los chicos tal vez tenían proyectado una imagen futura de lo que esto significa. A muchas agrupaciones que pisan suelo chileno por primera vez se les advierte de lo ruidoso y potente que es el público local para el rock, y muchos quedan impactado de sobremanera. Pero imagínate esta misma escena, tal vez como la entrada triunfal de Freddie Mercury al Wembley con Queen como lo es representado en Bohemian Rhapsody, piensa en esa misma sensación con los mismos enfoques y tomas cinematográficas. El grupo sale a escenario, y como de un animal salvaje en cautiverio, escucha el rugido de un montón de gente venidera de generaciones millenials, baby boomers y X. Josh de inmediato sacó una sonrisa que ni siquiera en ninguna presentación había mostrado, con Jake y Samuel intimidados pero dispuestos a ser el domador de tal jungla, y Daniel dando el último respiro antes de pegarle al primer platillo que viese. Greta Van Fleet estaba en el lugar, y nada ni nadie los podía hacer parar, con la mayoría contando con una edad de 20-23 años, el sueño del pibe se estaba cumpliendo.
“Highway Tune” abrió con potencia y desplante perfecto, pero no más perfecto que la reja de sus seguidores saltando y coreando cada canción como si de una letra de toda la vida se tratara, fue una explosión de energía en la cual sus protagonistas solamente asumieron el cual sería el inicio de una enorme y gran noche. “¡Ole ole ole ole GRETA GRETA!” los pequeños de Michigan los tenían a todos en su palma para su primera presentación, y sabían que si la gente querría más, pues había que darle más y más. “Edge of Darkness” alargó su canción como por 20 minutos de jamming bluesero ejecutado con un sonido impecable, en donde entre aplausos y delirio de la gente, Josh seguía subiendo el volumen a ese registro agudo y lisérgico, mientras Jake en la guitarra se endemoniaba, en donde con un setlist a la vista muy corto, logró extender todo gracias a la maestría instrumental que dominaron sin pelos en la lengua. Samuel y Daniel fueron los puntos gigantes de toda esta obra, había un contagio rabioso en el teatro, en donde ellos lo tomaron y simplemente fluyeron como una maquinaria imparable en bajo y batería.
Para el final con “Black Smoke Rising”, la banda ya había entregado un concierto que trajo de vuelta un concepto musical clásico y crudo, en donde los arreglos no existían, y en donde hasta el detalle más improvisado se volvía virtud cuando de performance escénica y carismática correspondía. ¿Qué tanto si suenan a Zeppelin u otro clásico rockero? El talento crudo de 4 almas jóvenes dando una performance de vieja escuela, mientras el público se entrega como si de un gigante del rock se presenciara, de eso se trata todo. Eso, es lo más hard rock que vas a encontrar en la vida. Están en la cima del mundo, les falta el quiebre de sonido nomás, porque la ejecución en vivo la tienen de sobra, y al público ya se lo ganaron.