Por Alexis Paiva Mack
Eran las 12:00 cuando llegué a la puerta de la sala de ensayo, ubicada a tres cuadras del metro Salvador. Cristian Bidart (batería) me había citado para dentro de una hora más tarde, por lo que decidí esperar en los alrededores. En un inicio, pensé que me había confundido de dirección, pero unos sonidos fugaces me advirtieron de lo contrario. Poco a poco las baterías se volvieron más intensas y los bajos más profundos.
El nombre de la agrupación hace referencia a un medicamento para combatir el Parkinson, una enfermedad que, entre otras cosas, produce movimientos involuntarios en las personas que la padecen. A pesar de que los músicos de Akinetón Retard se expresan con cierto aire de ironía al referirse al grupo, es necesario destacar que su música parece generar cierta incertidumbre (mental y corporal) en las personas que la escuchan, obligándolas así a reaccionar en un ambiente oscuro y siempre a punto de detonar.
De una u otra forma, la banda ha desarrollado un concepto artístico que traspasa las barreras de lo musical para sumergirse en distintas (e incontables) aristas de la vanguardia.
¿Cómo nació la estética de Akinetón Retard? ¿Cuál fue su principal inspiración?
Cristian Bidart: A comienzos de los años noventa recién veníamos saliendo de la dictadura. Estudiábamos música en la Universidad de Chile, un edificio gris con subterráneos húmedos en pleno centro de Santiago. Cerca había un lugar en donde vendían completos y los insectos caminaban por encima de las mesas.
Vicente García-Huidobro: El ambiente era gris, a pesar de que estaba naciendo cierto color. Estuvimos en la universidad en el momento en que volvió la Fech.
Jaime Concha: La federación resurgió gracias a algunos de nuestros compañeros de música, estábamos en el epicentro del movimiento estudiantil. Esto impulsó la carrera de la banda, ya que tocamos en muchos eventos universitarios.
VG: Creo que Akinetón ha desarrollado un lenguaje. Es como una máquina que ni nosotros mismos hemos llegado a comprender. Tiene una sonoridad que se mantiene dentro de un ambiente oscuro, pero que está lleno de matices y cambios.
¿Cuál es el origen de sus seudónimos?
VG: El mío era un problema (risas). “Tanderal” era un fármaco que tomaba cuando chico para alivianar mis problemas de tos. Durante mi infancia aprendí un montón de nombres de remedios.
CB: Nos tocó una época muy farmacológica, en donde todos tomaban pastillas. Uno de los integrantes de la banda (Pablo Araya) consumía ciertas dosis de Akinetón Retard. El hecho de crear nuevos nombres fue algo familiar, ya que en todas las casas se consumía algún medicamento.
En 1997 hicieron música para obras de teatro. ¿Qué recuerdan de esa experiencia?
VG: Ahí aprendimos harta mística, algunos de esas composiciones pasaron a ser parte de 21 Canapés (2003).
CB: Trabajamos en una obra de teatro muy controvertida y psicodélica, lo que nos permitió explorar otros estilos de música que siempre nos llamaron la atención. La energía de los actores contagia y te hace enfrentar el escenario de otra manera. Aprendimos que no solamente estás tocando tu instrumento, sino que también hay gente mirándote.
Durante el 2000 formaron Akinetín, una propuesta musical dirigida a niños. ¿Qué los inspiró a formar ese proyecto?
CB: Son oportunidades que se dan y que decidimos tomar. Nos dimos cuenta de que la música infantil tenía que mutar y no estancarse en un solo repertorio. Los niños necesitaban escuchar otros géneros, como rock y funk.
¿Qué dificultades enfrentaron durante la grabación de Akranania (2003)?
CB: Se nos borró cuando lo grabamos por primera vez, por lo que tuvimos que hacerlo de nuevo en otro estudio.
VG: Actuamos de manera inmediata, volvimos a grabarlo tres semanas después.
CB: Lo vi como una oportunidad, siento que incluso lo tocamos mejor.
Akinetón Retard ha sido muy bien recibido por la crítica en Europa y Asia. Asimismo, han realizado numerosos conciertos en el exterior. ¿Sienten que su música es más valorada en el extranjero que en Chile?
CB: Siempre hemos sido una banda de nicho, tanto afuera como acá. No somos populares en ningún lado, aunque curiosamente hemos llegado muy lejos. Cuando lanzamos Azufre (2015), hubo gente que lo encargó desde países como Azerbaiyán, Grecia, Estados Unidos, Rusia, Japón, China e incluso África.
¿Cómo describirías a los fanáticos de su banda?
CB: En general, los seguidores de Akinetón Retard son voladitos (sic). No me refiero a que necesariamente consuman drogas, sino a que son extraños por naturaleza. Ha llegado gente de todos los estratos sociales y de todas las partes del mundo.
VG: Notamos que son extraños desde el momento en que compran una entrada para escucharnos (risas).
En 2005 publicaron Akinetón Ao Vivo, un álbum grabado en vivo desde Brasil. ¿Han pensado en hacer un trabajo similar en Chile?
CB: Ese álbum surgió por medio de un productor brasilero, quien consideraba que nos faltaba un disco en vivo. Grabamos acá y allá, pero el nombre se debe a que nos gusta Brasil y que además suena bien (risas). Fuimos varias veces y generamos muy buenas relaciones con los sellos de ese país, pero ya no están funcionando.
Cinco años más tarde lanzan el primer disco de Cocodrilos con Martini, un proyecto alternativo que se acerca al pop y a la música más tradicional. ¿Por qué decidieron alejarse de la estética oscura y densa de Akinetón Retard?
VG: Llevábamos harto rato en Akinetón, queríamos hacer nuevas canciones y añadir voz. Fue un momento en donde nos dimos un espacio para explorar más estilos y ahondar en otros proyectos paralelos.
CB: Incluso tocamos en un programa de televisión llamado Sin Dios Ni Ley, fue una buena experiencia. También hubo un sello japonés (Poseidon Records) que se interesó en nosotros y quiso auspiciar el DVD Sentido Común (2007).
¿En qué están trabajando ahora?
CB: Hemos lanzado tres singles desde el año pasado, lanzaremos un cuarto en un mes más. No tenemos fecha exacta para el nuevo disco, pero yo creo que estará terminado a fines del segundo semestre.
¿Qué se podrá ver en su concierto en LeRock Fest 2019? ¿Conocen a las otras bandas del cartel?
CB: Nos enfocaremos en presentar nuestras composiciones más recientes, principalmente de Azufre (2015). También tocaremos las canciones nuevas y solo dos temas antiguos.
VG: Me gusta A Place To Bury Strangers y la idea de tocar en este festival. El sábado llegaré temprano a escuchar varios grupos.