4 bandas que en sus carreras han dejado un legado latente e inmortal en la historia del metal. Cada una siempre desafiando la norma, fuesen las situaciones políticas de su país o los reclamos conservadores de sociedades de diferentes épocas, tratando de satanizar un movimiento.
De alguna manera, el paso del tiempo les dio la razón con consecuencias infernales. Un paso de destrucción que se ha construido a base de guitarras carniceras, actos contra culturales y juntando miles de salvajes seguidores en momentos que siempre cobran vida. Cómo esa memoria pasada, que siempre de alguna manera, trae al olfato ese olor a azufre y esa adrenalina de ver los círculos de guerreros metaleros acabando con todo el desquite cotidiano.
No por algo ya no importaba si la ley o los carros de carabineros estaban rondando, mientras en las afueras habían previas enteras con cerveza en mano. También se fumaba marihuana sin prejuicios, y no existía un miedo latente. De alguna manera era una mayoría de metaleros en contra de todo lo establecido. Y con eso, sus protagonistas convocando en este momento.
Esta es la historia de Pentagram, Kreator y Anthrax, uniendo sus fuerzas para despedir a una inminencia diabólica como lo es Slayer, en su última presentación en Santiago.
PROBANDO TERRENO
Pentagram sabía que abrir un magno evento de estas capacidades, era más que un honor, sino que también una manera estratégica para ver la lealtad de su público.
Comenzando a tocar alrededor de las 15 pm, la histórica banda de metal chileno tenía la mitad de lleno en el Estadio Bicentenario de la Florida. Todos con un calor extraído de los pasajes más áridos, mientras sin temor a la deshidratación, demostraron un respeto y aguante.
Sacando sus municiones de clásicos del thrash metal sudamericano, pues la panorámica parecía una competencia de quién entregaba el mejor aguante en la cancha. Independiente de las extremas condiciones de calor, de un lado a otro (izquierdo y derecho) se veía como rendían tributos a uno de los pioneros del género en este continente.
Fue una presentación que no tuvo miedo de imponerse como una de las grandes elecciones para acompañar al SGL en esta edición histórica. En donde también mucha de la intensidad derivó al detalle que más adelante sería el tema más comentado: el plástico de protección del suelo, siendo destrozado pedazo a pedazo en los interiores del Estadio.
LOS CREADORES QUEMANDO TODO POR SEGUNDA VEZ
Habiendo llenado el Teatro La Cúpula, y entregado el mismo setlist igualmente, pues el vocalista de Kreator, Mille Petroza, recalcó explícitamente lo importante que ha sido el grupo desde la primera vez que visitaron Chile en el año 92.
Una de las primeras agrupaciones de metal extremo que visitaron nuestro país, esto en los interiores del Estadio Chile. En donde maratonicamente, no han parado de visitar Chile, y siempre han quedado agradecidos del público. La lealtad hacía una de las fundaciones del thrash metal alemán vino a desquitarse a punta de fuego, humo y mucha intensidad.
Partiendo de manera brutal, con The Patriarch y Violent Revolution, el legado de la maquinaria destructiva de Kreator tomó un paso letal como segunda banda en tocar. Habiendo tenido su espacio personal en la Cúpula la noche anterior, pues su oportunidad de azotar y desatar la ira en el SGL fue digna de 14 mosh pits simultáneos mientras Enemy of God retumbaba con sus doble bombos en los parlantes.
Acá se empezó a sentir el dolor y también el riesgo inminente de lo que sería el resto de la jornada. Eternos círculos de enojo, siendo una respuesta de satisfacción mientras la banda deleitaba con solos de guitarra veloces, y también esto con pirotecnia justa para darle una narración más épica.
Si Pentagram había sellado suelo como locales, pues Kreator se encargó de tomo lo dejado por la banda chilena, y dejar marcado el camino para la guerra descontrolada que vendría después.
LA LOCURA DEL MANICOMIO
Se estaba comentando la cuenta regresiva para uno de los regresos que tenía más ansiosos a sus fanáticos. Como si de una esquizofrenia rara se tratara, los cantos oníricos y tenebrosos de The Number of The Beast de Iron Maiden estaban juntando coros en la espera.
Invocar al diablo era la idea tal vez, pero lo que suena de inmediato de fondo es la demoledora intro de Cowboys From Hell de Pantera, interpretada por Anthrax en escenario. Un homenaje que tomó por sorpresa a toda la multitud, y que comenzó las rondas de mosh con la siempre rebelde y pesada Caught in a Mosh.
La banda de California y parte de los Big 4 del thrash metal, llegó inyectada de rebeldía y mucho desplante. Scott Ian cabeceó cada riff, mientras Joey Belladona lució una voz, que a pesar de los años, otorgó una performance que contagió del grito de guerra. De inmediato, los ticks a la explosión se vendrían de manera inesperada y sin piedad, cuando Got The Time comenzó a retumbar con los bajos de Frank Bello, anunciando esta canción con tintes más punk en su esencia.
Claramente la locura de la banda estaba siendo desplegada con una performance sólida, sonido potente y el carisma de todos sus integrantes. Pero cuando el riff inicial de Madhouse comenzó, el desquiciado momento se volvió en una avalancha que se apoderó de todos los plásticos voladores siendo lanzados en el cielo. Un desmadre metalero que vino a mostrar un repertorio breve en donde Antisocial y I Am The Law fueron parte de los clásicos tocados con una energía desbordante. Los solos de Jonathan Donais fueron también el propulsor de los cabeceos más extremos en las dos canchas presentes. Era un caos de proporciones violentas.
Pero fijo el momento que selló el final, y en el que incluso- no satisfecho- Scott paró la mejor parte de la canción, fue en Indians, cuando Charly Benante detuvo la marcha en el baile de la guerra. Ian querría más poder para terminar esta presentación, y quedó realmente todo quedó devastado.
Todo apuntó al final esperado por todos. En donde se verían los de verdad.
EL INICIO DEL FIN
El telón puesto, y una hora-y más- de un repaso eterno de clásicos de AC/DC sonando en la previa. Se acercaba a las 21 horas para lo que convocó a miles de personas en un repleto Estadio Bicentenario La Florida. Había expectación, cansancio también y mucho emoción recorriendo en cada rincón.
Se corta la música, y como una flauta hipnotizante, los riffs disonantes y tenebrosos de Slayer comenzaron a sonar, mientras se proyectaban las cruces invertidas y el satanismo de la banda con su logo. Para cuando apenas se subieron al escenario, pues simplemente vinieron dispuestos a gastar todas las municiones a punta de magia negra y ocultismo.
Desde que sonó Repentless, y luego azotado por los delirios apocalípticos de World Painted Blood, la banda de Tom Araya llegó a lanzar bombas y golpes sin descanso en su última presentación en Santiago. El escenario era dantesco y muy surreal, los plásticos del suelo parecían bombas estratégicas, los zapatos voladores casi que extremidades del escenario de guerra más brutal, con un montón de almas siendo devoradas por el ataque de un ejército sin juicio.
Todo esto, mientras con un setlist similar al de Brasil, desencadenaron muerte tras muerte en las canchas, en donde adentrarse al mosh era una decisión de suicidio asegurada. Y el piso lleno de obstáculos, como si las lavas del infierno estuviesen resbalando con las pisadas de montones.
Cerrando con una corrida asesina con South of Heaven y Raining Blood, y esto finalizando con la infernal Angel of Death, pues un escenario inusual se dio.
Tom Araya afligido y nostálgico frente al público, con una cara que ha vivido todo en una de las carreras musicales más influyentes del metal extremo. Se tomó su tiempo, de observar su creación y gente por última vez , mientras cánticos sobre su orgullo chileno y de no irse eran expulsados por un público agradecido, que aplaudió hasta más no poder al momento. Un «Viva Chile Mierda», y Slayer finalizó una etapa en esta ciudad.
Ahora solo queda esperar lo que se vendrá para el capítulo final en Viña del Mar, pero ahí estaremos presentes para esta última página del libro diabólico de este grupo histórico. Las costas se verán incendiadas y tal vez el terreno estará más abierto