Lo más posible es que en este momento que voy saliendo de la Plaza de la Paz en Recoleta estén reprimiendo a la Primera Línea en las afueras de la Quinta Vergara en Viña del Mar, esto por la poca aceptación que ha habido respecto a la realización del Festival. Lo contrario ocurre acá en la comuna de Recoleta, donde sin problemas y con gran organización, WOMAD logró demostrar que las ganas, los ideales y el arte siempre serán el motor para el cambio en cualquier parte del mundo.
En estos tres días de evento, me tocó ser participe de talleres de percusión, de baile folclórico y actividades vinculantes con la consciencia, con distintos instructores en variadas disciplinas. La creatividad fue expuesta en murales llenos de pinturas incendiarias, al igual que la participación organizaciones que fueron a promover el reciclaje y un estilo de vida más sano. Todo esto hecho bajo el discurso de un festival del mundo, en donde las barreras no existen, y todas las manifestaciones posibles tengan su espacio merecido.
En pleno contexto de Estallido Social, pues los tres días demostraron el descontento de estos 30 años de abusos y robos, esto teniendo propuestas musicales en donde le mensaje predominaba ante todo. Es cosa de ver la primera jornada en Villa Cariño trajo la cumbia para mover las almas rebeldes más jóvenes con su carisma, seguido de una enigmática performance de poesía y folclor de parte de Kalimarimba, quienes sorprendieron con una presentación llena de dureza combinada de sonidos latinos como la cumbia. Sumada a la sublime presentación de himnos de protesta que la Bersuit Vergarabat regaló a todos sus fanáticos, repasando los mejores éxitos de su carrera, y mandando todo el aguante a los manifestantes de Plaza Dignidad.
La fuerza feminista tuvo gran poder cuando la la agrupación original de rap, Fémina, salió a escenario a prender la lucha con una coordinación de voces que le daba todo el toque tradicional de los coros, mientras en el transcurso probaban con la mayor cantidad de instrumentos en su mezcla con beats, rap, en ocasiones coqueteando con el trap, para hacer sentir el roer de un público que gritaba sin problemas «que Piñera se muera, y no mi compañera».
Después, en una muestra de frescura e intercambio cultural, un trío fue el encargado de hacer la previa para Illapu, con una música que puede ser descrita como un espacio de varios géneros electrónicos siendo ensalzados por una voz con mucho flow y potencia. Dowledin fue una de las grandes sorpresas en tocar en el Escenario de la Paz, quienes no tuvieron ningún problema en conectar con un público que no hablaba su idioma, pero que entendía las melodías como una lengua.
La Brígida Orquesta también marcó presencia, esto después de haber vuelto de su gira europea, donde tuvieron una gran recepción, y que esta vez en escenario grande, tocaron frente a casi 500 personas con una calidad de sonido gracias a los técnicos, quienes hicieron un gran trabajo. Lo mismo con los fieles que esperaron para emocionarse con los himnos de Illapu al final de la jornada, en donde mensajes y audios de Violeta Parra con Víctor Jara fueron reproducidos, mientras las consignas por una nueva constitución y dignidad eran representadas en los cánticos de los presentes, quienes siguen demostrando el gran respeto que hay hacia la Primera línea.
En un momento, se podía entender que la única manera de llevar esto a acabo, después del recorte de cultura, pues la organización de WOMAD y la municipalidad de Recoleta lograron sacar adelante el festival manera exitosa. Acá no ha manera de amordazar una opinión pública, no existe intolerancia o espacio para reprimir, acá se buscó la unión de diferentes sonidos del mundo quienes hicieron hacer sonar todo al son del descontento y la contingencia nacional. Pareciese otro país, dentro de una ciudad que ha tenido divisiones claras frente a lo ocurrido el 18 de octubre, pero que acá lucieron un cartel que sabe sus hitos claramente, y que pudo sorprender nuevamente.