Alexis Paiva Mack
El pasado 25 de mayo, George Floyd fue asesinado por la policía estadounidense, después de que un uniformado presionara su rodilla en su cuello por tiempo prolongado. Según los agentes, el afroamericano opuso resistencia al ser detenido, información que fue desmentida posteriormente. Tal acto generó críticas —aún más severas— hacia la administración de Donald Trump y provocó que una amplia cantidad de personas salieran a protestar en contra del racismo y la administración.
No es la primera vez en que la ciudadanía de dicho país acusa exceso de violencia por parte de las fuerzas policiales y, en la música, tampoco hay excepción. Cuando un mensaje desafía al status quo, es común que las comunidades en torno a los géneros se vean enfrentadas a la represión. En este sentido, los punks lo tienen más que claro.
El baterista de X, D.J. Bonebrake conversa con Ruta Rock sobre el escenario actual, el desarrollo del punk en Estados Unidos y la publicación de Alphabetland (2020), su primer álbum desde 1993 y el primero con Billy Zoom desde que dejó la banda tras Ain’t Love Grand! (1985).
¿Cómo ves esta situación? ¿Crees que pueda influir en las nuevas generaciones de músicos?
Cuando empezamos a tocar sentíamos mucha frustración. La policía llegaba a interrumpir nuestros conciertos cuando nadie hacía nada perjudicial. Lo entiendo completamente y creo que la reacción de la ciudadanía puede cambiar la historia de Estados Unidos. La juventud que sale a manifestarse no sólo arriesga sus vidas con el virus, sino que también con la violencia policial. Siento orgullo al verlos protestar.
Es común que la crítica diga que el punk está muerto, ¿cuál es tu postura al respecto?
Dicen eso acerca de todo, incluso en 1977. A pesar de que algunos crean que el género murió, soy un hombre de 64 años que sigue tocando punk rock con la misma pasión desde los 16 y quienes nos escuchan también lo sienten. Eso es lo grandioso de la música, destruye las barreras de la lógica y llega directo a las emociones. Es imposible describirlo. Todo proviene de otra cosa y cada generación tiene su forma de interpretarlo. Por lo tanto, al igual que muchas personas, no creo que esté muerto (risas).
¿Qué exponentes actuales llaman tu atención?
Si bien no son punk, siempre es un agrado escuchar a Unknown Mortal Orchestra, sus canciones son muy interesantes. También a Skating Polly, una banda joven de tres integrantes que cambian de instrumentos, para así añadir un toque distinto en la interpretación de cada tema. Hicieron muchos conciertos con nosotros y tienen un repertorio cargado de noise, fue maravilloso. Si no hubiese estado en X, estaría en un grupo así: con muchos gritos, ruido e intensidad. Es divertido, porque siempre he estado en la banda equivocada (risas), pero creo que eso nos da cierto balance.
Uno de los títulos más populares y controversiales de X es “Los Angeles”. A pesar de su intención original, algunas personas podrían pensar que la letra es violenta en cierto sentido. ¿Cuál fue su inspiración?
No lo sé exactamente, pero es sobre una amiga de Exene (Cervenka). Su nombre era Farrah Fawcett Minor, tenía raíces irlandesas y estaba cansada de estar en Los Angeles. Dicen que la gente de allá es muy buena y agradable, pero también que no tienen rodeos para usar palabras agresivas para referirse a otras personas. Vimos el mundo a través de sus ojos. A pesar de que ella no trataba de incitar a la violencia, sí se refería de esa forma a los afroamericanos, los judíos y los homosexuales. Muchos de nuestros amigos pertenecen a esos grupos, pero la intención era decir las palabras que no querían que dijéramos. Éramos jóvenes, pero con el tiempo aprendimos que algunos podrían sentirlo de otra manera.
Ese tipo de situaciones siempre han sido comunes en el punk…
Por eso muchas bandas se metían en problemas y no los querían poner en las radios. Algunos también decían otras cosas y hasta hablaban de intereses corporativos en los medios de comunicación. No tenían miedo, aunque con el tiempo aprendes y te editas a ti mismo. Si bien decir lo que queríamos nos trajo un montón de problemas, siento que ese es el motivo por el que todavía va gente a nuestros conciertos, porque saben que no los vamos a engañar. Tambíen creo que esa forma de rebelarse también se usa como una herramienta de marketing, incluso en el punk, para así llegar a jóvenes que quieran enfadar a sus padres y vender más.
Acaban de lanzar Alphabetland (2020) en abril, su primer álbum desde 1993. ¿Por qué decidieron publicarlo ahora? ¿Las canciones son nuevas o las escribieron durante estos años?
Es una mezcla, tres son viejas y siete u ocho son recientes. No grabamos nada por cerca de 20 años —35 si consideramos la salida de Billy (Zoom)—, por lo que quisimos ver cómo sería el proceso de grabación: si sonaríamos como banda o si nos mataríamos entre nosotros (risas). Entramos al estudio en enero de 2019 y tocamos algunos temas que hicimos en 1977. Tuvimos solo dos días para los preparativos básicos, así que primero grabamos esas canciones y el segundo día compusimos “Angel of the Road”. Nos gustó el resultado, pero nos demoramos un año en componer las otras y volver a grabar, además de que teníamos que ensayar y tocar en vivo
¿Cuál fue su inspiración?
John y Exene escriben las letras, experiencias y frustraciones de la vida cotidiana. Nunca he visto a alguien llenar tantos diarios como ella, incluso mientras estamos de gira. Pudimos haber publicado un disco hace diez años, pero nunca dejamos de tocar en vivo. Creo que lo hicimos todos los años desde que Billy se reincorporó. Pensamos en interpretar las canciones como si estuviésemos en el escenario, por lo que tampoco usamos metrónomo. Es por eso que algunas de las canciones se aceleran, una de ellas es “Water & Wine”. Eso es genial y creo que todas las bandas deberían hacerlo.