Por Ignacio Bataller
Desde 2017 que Opeth no pisaba sueno chileno, ese año supuestamente debería haber sido por partida doble, ya que, aparte de un show en solitario, estuvieron confirmados como parte del cartel del festival Rockout 2017, evento que fue cancelado.
Si a eso le agregamos que debido a la pandemia este concierto, se pospuso dos veces (de 2020 a 2021 y de ahí a 2023). Opeth ha intentado concretar un nuevo concierto en Chile por casi 5 años, sin tener éxito, hasta ahora. En donde irónicamente se vinieron por partida doble al teatro Caupolicán. Gira que originalmente era para promocionar su último disco “In Cauda Venenum” pero que ahora celebra toda la carrera, creando el setlist, en base a un tema de cada uno de sus discos.
A las 20:00 hrs en punto abrían los fuegos los nacionales Saken, con un show de casi 40 minutos cumplieron el deber de preparar al público para Opeth. Mezclando sonidos del death metal clásico con un estilo de metal más moderno, los chilenos lograron energizar al público del teatro.
21:00 hrs justas marcaba el reloj y las luces del Caupolicán se apagaron para dar inicio al show de Opeth que empezó con mucha brutalidad de la mano de los temas “Ghost of Perdition” y “Demon of the Fall”, la banda ya con los primeros minutos de concierto, te aseguraba que seria un show redondo en todos los sentidos.
Lamentablemente no fue una velada tan redonda, ya que, después de “Eternal rains will come”, tercer tema de la noche, el show se tuvo que detener por unos minutos debido a problemas técnicos con las guitarras y micrófonos, la banda se bajó del escenario unos momentos hasta que el problema fue resuelto y continuaron con el concierto.
El líder de la banda Mikael Akerfeldt, fue el que, con su humor, hizo que el público olvidara rápidamente el mal momento y se pusiera nuevamente de buen humor. Este tipo de interacción entre el vocalista y el público fue algo constante durante el resto de la noche y fue algo que hizo del concierto fuera mucho mejor y que generó grandes momentos, como los sobrenombres o el mismo Mikael, cantando un pedazo de un tema de los Backstreet Boys.
El momento más alto de la noche fue definitivamente el debut en Chile del tema “Black Rose Immortal”, el tema de 20 minutos fue algo bastante esperado y que no defraudo para nada, la banda lo toco a la perfección, cada sección, cada riff fríamente calculado y que debo decir al sonar tan bien, hizo que de cierta manera se hiciera más corto.
Y otro momento que vale la pena resaltar, es las dos baladas que la banda tocó de corrido, tanto “Windowpane” y “Harvest”, fueron para mi las mejores interpretaciones de la banda.
Creo que ya queda comprobado que Opeth es una de las mejores bandas en vivo dentro del metal. Su presentación salvo por las fallas técnicas estuvo perfecta, nada de saturación, todos los instrumentos se escuchaban bien, incluyendo los teclados que suele ser un instrumento que no se escucha tan fuerte y la banda se sentía como una banda, como una unidad, como una maquinaria clásica y bien aceitada.
El público coreó cada tema que la banda tocó y la alegría se reflejaba en el rostro de todos los miembros cuando escuchaban al Caupolicán cantar. Mikael Akerfeldt nuevamente demuestra que es uno de los frontman con más carisma dentro del metal extremo y que Opeth es una de esas bandas en donde su discografía es tan buena que podrían haber escogido cualquier tema y de cualquiera de sus discos para armar el setlist y hubiera sido un buen concierto.