Por Bayron Ríos
Fotos por Fabián Mangili
Cuesta hilar las ideas y llevarlas a lo material luego de ver, escuchar y sentir una música cómo la realizada por los franceses Magma. Siendo una de las piedras fundamentales del rock progresivo, el conjunto liderado por Christian Vander ofreció una verdadera experiencia sensorial a los cientos de devotos fanáticos apostados en el Teatro Nescafé de las Artes.
Los europeos regresaron al país con su más reciente trabajo titulado “Kärtëhl” (2022), que presentaron de manera íntegra, sumando al set la placa “Ëmëhntëhtt-Ré” (2009), parte final de la trilogía conocida como “Köhntarkösz”.
La cita estaba pactada para las 21:15, pero un desperfecto en los sintetizadores de Thierry Eliez retrasó el encuentro por largos 15 minutos. La señal de victoria por parte del francés indicaba que ya estaba todo solucionado y solo era cuestión de minutos el arribo del conjunto al escenario. El ensamble compuesto por once artistas y liderados por Vander daban el vamos rápidamente con “Walomendën warreï”, comenzando así el repaso a su última placa de estudio.
En poco más de 40 minutos, la propuesta sonora de los galeses navegaba por distintas aguas, tomando elementos del jazz, el rock progresivo, algunos toques de bossa nova y armonías vocales, siendo el estandarte el virtuosismo de cada miembro del conjunto, destacando enormemente la calidad intacta de Vander en la batería ya a sus 75 años de edad.
La segunda parte del concierto estaría dedicado a “Ëmëhntëhtt-Ré”, una épica suite dividida en 4 secciones, con más de 40 minutos de extensión. La solemnidad y emoción de la interpretación iba viento en popa, hasta que bien entrado en la segunda parte de la canción el guitarrista Rudy Blas abandona súbitamente el escenario, sin previo aviso. Las alarmas se encendieron por parte del equipo de producción de la banda y rápidamente la música paró, con Stella Vander anunciando que el guitarrista no se sintió bien y que detendrían un momento para atender la situación.
Pocos minutos después sería la misma Vander quien expresaría la máxima de los espectáculos, “el show debe continuar”, siguiendo así el concierto sin el guitarrista. Es tal la calidad sonora de la banda que simplemente no se sintió para nada la ausencia de las seis cuerdas, ya hacia el final de la velada regresaría Blas a escenario, con ademanes de perdón y resignación por haberse ausentado casi la mitad del show.
La devoción por la obra creada por Christian Vander y todo el imaginario alrededor de Kobaïa es real en la fanaticada chilena, resulta fácil emocionarse y conmoverse ante la tremenda calidad de las coristas, el virtuosismo de las cuerdas, los ambientes envolventes de los tecladistas, el desplante de la batería y la potencia de los vocalistas principales. Magma es un viaje hacia lo inexplicable, lo desconocido, un recorrido que toma diversos ribetes sonoros y emocionales, que calan en lo más profundo de quienes se han dejado abrasar por este fuego intenso del ensamble en sus 50 años de carrera.