Por Bayron Ríos
Fotos por Juan Kattan
Tal como le diría Marcelo Bielsa a Matías Fernández en el lejano 2009, “siempre pasa algo”. Y es una frase que, no importa cuando leas esto, siempre caerá de cajón con Transistor. No sabemos si es una desprolijidad recurrente por parte de la productora o es el eterno manto de mala suerte que sostiene la organización, pero este fin de semana pasado se debía realizar la edición 2023 del Festival Frontera, uno de los caballitos de batalla de los organizadores, en el Hipódromo Chile.
Pero tal como se anunció en julio pasado, los Juegos Panamericanos tendrían en la cuerda floja a los actos masivos a realizarse durante octubre y noviembre, ya que no habría personal policial para abarcar todas las actividades, por lo que el Gobierno decidió suspender y/o cancelar estos eventos. Y aunque rápidamente el Ejecutivo dejó sin efecto el oficio anterior, desde Transistor decidieron acatar y disolvieron el Festival Frontera en una primera parte nombrada como Multi Venue Fest (con shows que se realizaron durante tres días en distintas salas de la capital) y el festival como tal reagendado para diciembre.
Y en la jornada final de esta solución parche por parte de la organización, el Teatro Coliseo recibió las presentaciones de Alan Sutton y Las Criaturitas de la Ansiedad junto a Christina y Los Subterráneos, en una velada que mezcló la nueva y vieja escuela en la música hispanoamericana.
Los encargados de abrir el espectáculo fueron Alan Sutton y las Criaturitas de la Ansiedad, sexteto que alcanzó gran notoriedad gracias a las redes sociales y donde han pegado más de una canción. Con una propuesta bastante teatral y grandilocuente, los argentinos salieron a escena con “Algo Tiene que Cambiar” haciendo explotar a los pocos fanáticos que se apostaron en la reja para ver a la banda, en su mayoría padres con niños y pre adolescentes.
Así fueron pasando canciones como “Vamo a Bailar a Tribunales” y “Astronautas”, ante el solemne respeto de quienes no eran su público objetivo, pero logrando romper el hielo y captando la atención con temas como “París es un Buen Lugar Para Morir” o en la teatral “La Era del Rivotril”.
Los diversos estilos musicales por los que fluye la banda y las densas letras disfrazadas de amables y simpaticonas se hacían presente en “El Monstruo del Sofá”, “Cultura Porno Disney” y “Tutan’KMon”.
Alan Sutton, con una personalidad bastante histriónica y sus Criaturas brindaron un show correcto, sumamente enérgico y teatral, qué cautivó de principio a fin a los fanáticos y que logró ganarse el aplauso de quienes esperaban el plato de fondo de la jornada.
Aunque de Los Subterráneos ya queda solo el nombre, Christina Rosenvinge regresaba una vez más al país a presentar el seminal “Que Me Parta Un Rayo” (1992), el show principal de la velada comenzaba con algunos inconvenientes que se mantuvieron durante toda la presentación. Con la banda ya en escena, tuvieron que alargar por casi 10 minutos la entrada instrumental ya que el retorno de la cantautora estaba fallando. Una vez solucionado el desperfecto, los acordes de “Tú por Mi” desataron la efervescencia de una fanaticada mayor, que contrastaba notoriamente frente a la fuerza jovial del público de Alan Sutton.
“Tengo una Pistola” y “Alguien Cuide de Mi” continuaban en la lista; la suave y dulce voz de Rosenvinge se mantiene intacta, aterciopelada con matices propios de años en el ruedo, lo que generaba una mayor atracción al ejercicio de la nostalgia, revisitando su clásico álbum. Más aun cuando se acercaba a la reja, con un carisma hipnotizante a embrujar y recibir el cariño de sus fanáticos.
A medida que avanzaba el setlist, las dificultades técnicas siguieron insistiendo, pero la española supo mantener a raya esos obstáculos manteniéndolos arriba del escenario, jamás extrapolándolo hacia los espectadores. Su relajo y buena onda en escena se podía percibir en el ambiente.
Uno de los momentos de la velada llegó con la clásica “1.000 Pedazos”, una de las más esperadas de la jornada, con un arreglo en clave dream pop qué tomó por sorpresa a todos. Los problemas técnicos se acentuaron cuando la guitarra de Charlie Bautista dejó de sonar, por lo que Rosenvinge aprovechó de interactuar con los fanáticos mientras trataban de solucionar la situación.
Los minutos avanzaban y aun no llegaba una solución, por lo que la misma Christina decidió continuar con “Yo No Soy Tu Ángel”, en formato bajo y batería. Pero finalmente lograron colocar en línea la guitarra de Bautista llegando justo a tiempo al solo, dándole una mística única al imperfecto.
La eterna “Voy En Un Coche” hacía revivir la nostalgia de los fanáticos y cerrando así la revisión del álbum. El encore llegaba rápidamente con la clásica “Pálido” haciendo emocionar al público, ya para finalizar con “Anoche (El Puñal y la Memoria)”, recibiendo una ovación y prometiendo regresar en cuatro meses más al país.
La última fecha del Mulit Venue Fest tuvo de todo, desde una mezcla generacional, tanto arriba del escenario como abajo, con una artista consolidada como es Christina Rosenvinge y un talento nuevo que se abre espacio con decisión como es Alan Sutton y compañía. Y a pesar de los desperfectos técnicos que quisieron amainar la jornada o que las presentaciones no hayan sido en un marco festivalero, sino más bien en un apurado sideshow, la jornada doble cumplió las expectativas a punta de nostalgia y nuevas fuerzas.