Por Bayron Ríos
Tras diez años de su primera vez en el festival, los escenarios de Lollapalooza Chile recibieron nuevamente la presencia de Nicole con un show marcado por sus grandes éxitos y con un inclemente sol pero que poco importó para los asistentes que disfrutaron por completo la presentación de la artista nacional.
Con más de tres décadas de ruedo, Nicole salió a la cancha a punta de clásicos y con el gran manejo escénico que ha cultivado a lo largo de los años. Canciones como “Hoy”, la clásica “Despiértame” que incluyó un guiño a “Pulsar” de Cerati y “Pequeñas Cosas Buenas” fueron algunos de los hits revisados por la cantante.
La calidad de la banda que acompaña a Nicole también agregaba su grano de arena al show con una excelente versión de “Viaje Infinito”. También hubo espacio para canciones de su último álbum de estudio, “Claroscuro” (2022), con “Quédate” y “Visión Nocturna”.
Algo que caracterizó la tónica de esta edición del festival fue la nostalgia y la memoria emotiva, algo que Nicole sabe a ciencia cierta con sus más de 30 años de trayectoria por lo que sus mayores hits los guardó para el final. La gran “Dame Luz” puso a cantar a todos los treintones que sobrepasamos la barrera, mismo destino ocurrió con “Sin Gamulán” y “Extraño Ser”, canciones que apelan a esos años dorados que ahora a nosotros nos toca recordar.
La encargada de cerrar toda la presentación no fue más que la inmensa “Esperando Nada” himno generacional que derrumba todo prejuicio al hablar sobre la carrera de Nicole. La cantante se encuentra en un excelente estado, musicalmente está más vigente que nunca, y se le ve cómoda, con seguridad y desplante arriba del escenario. Una de las mejores voces del pop nacional es un número seguro a la hora de shows de alta convocatoria, porque la artista se encuentra insertada en el subconsciente colectivo y de buena manera.