Por Bayron Ríos

Fotos por @Kattan.ph

El famoso “pop de guitarras” tuvo su big bang hace ya una década atrás, revolucionando la escena y a cientos de fanáticos que sagradamente seguían a las bandas por todos los escenarios posibles. Desde el Bar Loreto, El Clan, Espacio Elefante a lugares icónicos y pivotales como Galpón Exposición. Pero todo se vio esfumado entre polémicas y funas, acabando rápidamente un movimiento que con suerte duró 3 años.

Luego llegó la pandemia y el encierro mundial; la vuelta a la normalidad trajo consigo a toda una nueva camada de músicos, al igual que hace 10 años atrás, dominan el tablero llenando lugares con propuestas versátiles y mucho talento, conquistando a todo un movimiento de fanáticos y supliendo el vacío emocional para los que vivimos a concho la pasada generación.

Y tal como ocurrió con tocatas que fueron punto de inflexión como “Pop Subterráneo”, las “Kame House” o el cumpleaños de Piloto en la casa de Simón para el pop de guitarras, esta nueva generación también ha hecho lo suyo con “Gran Fonda Ritmo” o “La Tocata del Siglo”. Y lo ocurrido este domingo con “El Festivalito” fácilmente se posiciona dentro de esos shows únicos, en donde las bandas y el ímpetu mayoritariamente de jóvenes generó una mística única e inolvidable.

La jornada iniciaba tempranamente y la ansiedad por ingresar al Teatro Coliseo, se podía apreciar apenas saliendo de Metro Moneda, con una inmensa fila que llegó a extenderse por casi la manzana completa alrededor del recinto. Esto no hubiera ocurrido sino fuera porque se atrasó todo el itinerario por fallas en la prueba de sonido (?), aunque todas las bandas se desmarcaron del asunto en el escenario, se podría inferir que fue causa de producción pero no hubo alguna voz oficial sobre lo sucedido. Clásico de Transistor/TheMotorManagement.

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NIÑOS DEL CERRO

Tras una hora y 26 minutos de atraso de acuerdo al horario, y con el recinto repleto, aparecía Simón Campusano y compañía para transformar todo en una caldera. En lo personal, no veía en vivo a Niños del Cerro desde el 2018 y ver cómo han crecido a la fecha fue gratificante. Por lejos la mejor banda de toda la camada del pop de guitarras y que ha sabido profesionalizarse con el paso de los años. Repasando casi en su totalidad la primera mitad de “Suave Pendiente” (2018), la banda hacía estallar la cancha en “Tamarugal”, al igual que “Sulamita”. Pepe Mazurett comandaba todo desde la batería en “Las Distancias”, demostrando su innegable calidad con las baquetas. La locura en cancha no tomaba descanso, dejándolo todo en “Mi Modesta Ceguera Personal” para luego armar un circle pit en “Flores, labios, dedos”. El momento de la noche llegó junto a “Contigo” con todo el mundo saltando y gritando con el alma la letra de la canción.

Aunque faltaron canciones de “Nonato Coo” (2015), la realidad es que ya no es imperante colocar canciones de ese disco en los sets actuales de la banda. Niños del Cerro funciona a la perfección con su último álbum y es prueba irrefutable de su constante evolución, tanto en lo musical como en lo performático.

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CANDELABRO

Y si hablamos desde lo performático, Candelabro cae parado. Con una propuesta más artsy, la banda ha sabido posicionarse como una de las regalonas dentro de la nueva movida musical del país, y tras su presentación en Lollapalooza Chile, lo hecho en El Festivalito viene a confirmar todo el potencial que estos jóvenes santiaguinos poseen. “Se Acerca Otro Más” daba inicio al show, seguida de “Domingo de Ramos” y con todo el público efervescente, situación que se vivió a lo largo de toda la jornada. El neo clásico “Bonva” es coreado por todo el Coliseo, mientras imágenes del difunto comunicador pasaban en la pantalla.

El imaginario visual de la banda, en su mayoría comerciales e imágenes de programas de teve, confluyen de buena manera con las sonoridades de Candelabro. “Piano a Piano” fue otro de los puntos altos de su show al igual que “Señales”, para cerrar la presentación con “Dedo Chico”, que incluyó hacia el final una línea de “Pa Pa Pa” de Los Prisioneros.

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ESTOY BIEN

El power trío del emopunkrock se encuentra en un momento sólido de su carrera, cimentando cada paso que dan y su show es testimonio de todo este avance. Repasando gran parte del elogiado “Apoyo Emocional” (2023), fue el plato fuerte de la velada, tanto por el sonido al que representan como lo hecho por toda su fanaticada en cancha, quienes no dudaron en armar mosh y circles pit en “Piel” y “Ahora”. Es tanta la locura que generan, que mientras tocaban “Ya no Hay Nada que Hacer”, se subieron dos fanáticos al escenario, uno a cantar y el otro a bailar, situación que se repitió con “Piedra”. Al tener a Niños del Cerro en la parrilla, la presencia de Simón Campusano en “El Sonido de Las Campanas” era algo inevitable, por lo que cuando apareció en escena simplemente quedó la cagá, terminando con el cantante lanzándose hacia el público.

La potencia del trío tomaba ribetes atmosféricos en “Apoyo Emocional”, gracias al tremendo talento de Pino en la batería. El tramo final del show llegaba con el saludo a la bandera weezeriana en “Mis Amigos”, para cerrar con broche de oro junto a “Lo Difícil se Hizo Largo”; una presentación enérgica y poderosa para una de las mejores bandas nacionales en la actualidad.

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FOTHER MUCKERS

El cierre del festival llegaba de la mano con una banda emergente de hace 20 años, como diría el propio Briceño. ¿Qué más se puede decir sobre Fother Muckers que no se haya dicho?, el actual quinteto ya se sabe al dedillo todos los trucos de este juego por lo que su presentación fue pulcra y perfecta; pero al tener como elemento un público que quizás puede ser diferente al habitual de sus tocatas, amplificó a tope todas las energías. Repasando clásicos como “Explorador”, “2022” y “Fuerza y Fortuna”, la banda aprovechó el espacio para desbloquear “El Conductor”, gema perteneciente al “No Soy Uno” (2007).

Un guiño a “Estrechez de Corazón” en “Monstruos Marinos”, el desborde en “Rondizzoni” y «Lobo Mayor”, para cerrar con la catarsis de “Los Ases Falsos”, la banda le ponía punto final a un evento que logró posicionar de manera fluida a bandas consagradas y otras que recién comienzan.

El Festivalito se posiciona como un espacio para nombres nuevos y conocidos, y que podría ser una muy buena oportunidad para mostrar lo que se está generando en la escena actualmente. Sería perfecto que esta instancia se repitiera a fin de año, con nuevas propuestas y sonoridades. Obviando lo ocurrido con el grosero atraso en la apertura de puertas e inicio del show, este evento se alza como una amalgama perfecta entre los clásicos y la sangre nueva.