Por Bayron Ríos
Foto por Andie Borie – Dg Medios
Lo de Keane fácilmente se enmarca dentro de los mejores conciertos del año, con una pulcra presentación cargada de éxitos y con un gran Tom Chaplin como maestro de ceremonias, los británicos renovaron una vez más sus votos con la fanaticada local, en un Movistar Arena repleto que coreó de principio a fin en las dos horas y cuarto de presentación de la banda en el coliseo del Parque O’Higgins.
La quinta visita de los británicos al país fue en el marco de la gira mundial que los tiene celebrando las dos décadas de su ópera prima, “Hopes And Fears” (2004), por lo que el ambiente de fiesta se podía palpar en cada sector del Movistar. Cuando el reloj marcó las 21:02 las luces se apagaban para recibir a Tom Chaplin, Tim Rice-Oxley, Richard Hughes y Jesse Quin, quienes rápidamente comenzaron el show con “Can’t Stop Now”, iniciando así la revisión de la placa que los trajo de vuelta al país.
El primer batatazo de la velada llegó con la tremenda “Silenced by The Night”, canción que puso a cantar a todos en el Movistar Arena. “Bend and Break” y “Your Eyes Open” continuaban con la revisión al primer disco de la banda. Los británicos se encontraban inspiradísimos, logrando una calidad absoluta arriba del escenario, quedando manifestado en las clásicas “Nothing in My Way” y “Spiralling”, con un Tom girando de un lado a otro en los coros y que incluyó hasta un desmayo de una fanática en el sector de cancha frontal.
Otro punto a destacar de la jornada fue la complicidad del público con la banda coreando en cada canción, gritando por Tom e incluso interviniendo con las luces de los celulares en “Sunshine” y “The Way I Feel”, dos momentos mágicos del show que incluso sorprendió gratamente a Tom con la situación. Al llegar “Everybody’s Changing” el Movistar se vino abajo, quizás la segunda gran canción del conjunto, activó un emotivo karaoke masivo por parte de los fans.
A pesar de mostrarse cercano con el público, Tom Chaplin no maneja con expertís el español. La barrera del lenguaje le pasó la cuenta en algunos momentos, como cuando le cantaron “mijito rico”, el británico no entendió un carajo. Aun así el vocalista de la banda supo expresarse y mantener un diálogo fluido, en inglés, con la fanaticada; prometiendo en la próxima visita aprender algo de español.
El tramo final de la primera parte del concierto estuvo cargada a los éxitos, pasando por “Perfect Symmetry”, “Is It Any Wonder?”, las coreadas “This is The Last Time” y “Crystal Ball”, para cerrar con broche de oro junto a “Somewhere Only We Know”, una canción triste pero de poderosa impronta que terminó por ovacionar a los británicos.
El bis del concierto comenzó con una buena noticia, Tom y compañía volvía al escenario y en un perfecto español nos avisaba del resultado del encuentro de la selección ante la escuadra venezolana, provocando la euforia de todo el Movistar Arena que cantó fuerte y al unísono “olé olé olé Chile”, mientras el británico flameaba la bandera nacional.
“We Might as Well Be Strangers” nos volvía a poner en un mood triste y melancólico, pero que rápidamente se borraba con “Sovereign Light Café”. La joyita de la velada llegaba con una petición de un fan, que con un cartel muy sencillo pedía “Snowed Under”, un lado B del “Hopes and Fears”, emocionando así a los fanáticos más duros de los británicos.
Como es ya tradición de interpretar un cover en los conciertos de la banda, una emocionante rendición a “Under Pressure” de Queen por parte de los británicos, recibía los aplausos a rabiar una vez finalizada la canción. El cierre definitivo del show llegaba con la poderosa “Bedshaped”, con un Tom prometiendo volver al país con música nueva, mientras hacían una reverencia al público, abandonando rápidamente el escenario con una enorme ovación por parte de todo el Movistar Arena.
Repasando diez de los once cortes que componen “Hopes and Fears” y con canciones que se colaron fácilmente en el inconsciente colectivo gracias al poder de la radio, Keane consagra su arrastre transversal con un Movistar repleto de fanáticos, desde fans club, familias, parejas, niños, hombre y mujeres, disfrutaron la friolera de 26 canciones que despachó la banda. Con un marcado estilo, lograron emocionar en un concierto hecho a la medida para Tom, en el que mantuvo cautivo a todos con su desplante y personalidad. Una gran banda que en el papel puede resultar un tanto débil y hasta plástica, pero que en vivo cobra una gran energía y calidad.