Alexis Paiva Mack
Un cambio de paradigma
En mayo de 2018 la reconocida marca de guitarras Gibson anunció estar en bancarrota. Tal hecho generó un extenso debate entre músicos, periodistas, fanáticos y economistas ligados al mundo de las cuerdas, ¿Será que el rock habrá muerto o tal vez las industrias de instrumentos habrán cedido a la presión de los sintetizadores y las tornamesas? La respuesta a esa pregunta podrá responderla usted mismo.
Desde mediados de los años 70´s, la mayor parte de la publicidad musical se ha enfocado, principalmente, en exponer a hombres virtuosos de las seis cuerdas, los cuales han logrado marcar la historia e influencias a millones de personas alrededor del mundo. Seguramente ese hecho debe generar nostalgia y alegría en muchos de los lectores, pero es necesario cuestionarse algunos puntos. ¿Cómo es posible que por cerca de 40 años se siga adorando a los mismos guitar heroes, casi sin compartir tribuna con nuevos artistas? ¿Cuál es la proporción de género entre los líderes de opinión en este ámbito?
Según cifras publicadas por The Washington Post en junio de 2017, las ventas de guitarras eléctricas han disminuido en un 33% desde 2007 hasta ese año. Por otro lado, las compras de sintetizadores en Estados Unidos han aumentado de 76.523 en 2007 hasta 110.000 en 2017, según detalla el portal Statista. Junto a esto, en una entrevista a RollingStone, el CEO de la marca de guitarras Fender, Andy Mooney, aseguró a fines de 2018 que cerca del 50% de los compradores de guitarras en E.E.U.U. y U.K. son mujeres.
Los datos presentados permiten esbozar algunas conclusiones. En primer lugar, el auge en la popularidad de la electrónica ha provocado que cada vez más jóvenes se vean interesados en ser DJ´s o en la producción musical desde las teclas y los efectos de sonido. En segundo, si bien han disminuido las ventas de guitarras eléctricas, los números indican que cada vez hay más mujeres interesadas en el instrumento, lo cual se ve reflejado en la aparición de medios especializados, como la revista digital She Shreds.
Annie Clark presentó su primer disco solista Marry Me en 2007, el cual logró captar la atención de los medios especializados de manera inmediata. De esta forma, la cantante y guitarrista logró patentar un sonido empapado de rupturismo y vanguardia, pero que no se aleja del pop y la posibilidad de atraer a un público masivo. Hasta el momento, tres de sus siete álbums de estudio han sido seleccionados como los mejores del año por el medio digital Pitchfork, como así también, la academia de los Grammy le ha entregado dos premios por MASSEDUCTION (2017) y uno por St. Vincent (2015). Asimismo, grabó un álbum con el mítico David Byrne (ex vocalista de Talking Heads) y ha sido calificada como “la nueva David Bowie” en innumerables ocasiones.
En el ámbito de las guitarras eléctricas, la artista colaboró con Ernie Ball Music Man en la creación de una nueva línea de instrumentos con su nombre. Los factores determinantes en estos modelos son la incorporación de un sistema eficiente de reducción de peso (sin pérdida tono) y la implementación de una forma más cómoda para los bustos de las mujeres.
La influencia de la artista ha sido tan grande que incluso personajes como Jack White y Omar Rodríguez López han utilizado el instrumento en sus presentaciones en vivo.
El regreso de St. Vincent
Las luces del Acer Stage se desvanecieron a las 20:30, momento en que Clark entra sola, con un enterito negro que deja descubiertas sus piernas, sus brazos y su cuello. La última vez que St. Vincent estuvo en el país hace cuatro años, su actitud fue más bien agresiva e incluso irreverente: Escupió a las cámaras de streaming del festival y destrozó las obras de una artista chilena en el backstage, situación que provocó un atraso en su salida de Chile.
Esta vez, su espectáculo fue más bien minimalista, sin músicos que la acompañaran en escena y con ella situada a una distancia considerable del público. Aun así, la cantante se mostró a sí misma como una obra de arte: Inalcanzable y grandilocuente, capaz de generar reacciones y reflexiones distintas en cada uno de los observadores.
Un porcentaje no menor de los presentes se encontraba a la espera del concierto que el rapero Macklemore daría unas horas más tarde, pero la diferencia entre estilos no imposibilitó que disfrutaran la performance de Clark. “Esta tipa está loca, pero me gustó demasiado”, decía una joven adolescente situada en la primera fila frente al escenario. Después de entrar con Sugarboy, la guitarrista interpretó Los Angeles, una de las canciones más populares de MASSEDUCTION (2017). Desde un inicio, la cantante ocupó guitarras de distintos colores para cada de las canciones, como así también proyectó diversos videos surrealistas a lo largo del espectáculo
Luego de presentar un total de trece canciones en las que realizó distintos solos y movimientos teatrales dotados de una delicadeza única, la cantante se retiró rápidamente del escenario. A pesar de que su show estuvo lejos de ser tan enérgico como el de hace cuatro años atrás, la estadounidense volvió a recordar que, al menos hasta ahora, no hay artistas con los que se le pueda comparar (en términos de sonido e influencia). Así, St. Vincent completó su segunda visita al país con un espectáculo que se posicionó entre los mejores de la jornada, pero que sin duda alguna, podría haber sido mejor.