Habiendo visitado Chile 3 veces anteriormente con The Conspirators y el talentoso cantante Myles Kennedy, pues no debería sorprender el enorme recibimiento que tuvo Slash con su público la noche del viernes 10 de mayo en el Teatro Caupolicán. Para los fieles, una nueva fecha de disfrute con los temas nuevos de este proyecto, en comparación a los iniciados, que fue una gran sorpresa el presenciar la potencia que la carrera del sombrerero más conocido del rock ha brindado a punta de actitud, carrete y mucho rock and roll. Experiencias le sobran, ideas le fluyen -y lo más importante- la ejecución fue esencial en esta presentación llena de hard rock, despliegue instrumental e interacción con el público.
Habiendo pasado el excelente teloneo de la cantante nacional Cler Canifru, aplaudida por su intensa garra al micrófono y con su banda derramando energía, se dio todo para que la espera a las 21:00 hrs crease expectación.
Detrás del escenario se escondía un telón, el cual tenía impregnado el concepto visual del último disco del guitarrista, «Living the Dream» (2018). Una muestra caricaturesca que mezclaba crudeza con referencias más ligadas al pop art de Andy Warhol. Smileys con dientes de verdad que relucían en el icónico sombrero sobre una calavera con ojos en forma de estrellas, mientras abajo se leía el nombre de los cómplices de crimen que acompañarán más adelante en el atraco. Puntuales al descenso de la cuenta regresiva, la banda entera salió al escenario, y con Caupolicán repleto, las caras de sus integrantes describieron perfectamente el ambiente que se vivió. Sus fanáticos reaccionando de manera instantánea, a lo que Myles Kennedy se mostró extasiado de lo que observaba desde el escenario, una manifestación de alegría de sus seguidores. Slash, en cambio, se amplificó de inmediato para darle motor a una noche que lo dejó todo.
Lo primero y más rescatable de toda la jornada, deben ser pocas las veces en que un proyecto alterno obtiene una reacción efervescente, y con un intercambio de cariño mutuo. O sea, deben haber bandas excelentes de artistas provenientes de los grupos más famosos de la historia del rock en donde claramente sean la excepción. Pero de esos que todo el recinto cante las canciones de principio a fin, deben haber pocos. La banda partió con ´The Call of the Wild´y ´Halo´ apoyados por el enorme pulmón de los coristas participantes de las galerías, plateas y la siempre bullanguera cancha, en ningún momento se les escapó alguna nota musical. Todos los riffs iniciales, los versos y las letras convirtieron a los presentes en un personaje principal de este concierto, a tal punto de que en algunas ocasiones ellos sonaron más fuerte que el mismo Kennedy, pero sin afectar la performance que sus músicos brindaron.
El carisma fue uno de los ejes que más llamaron la atención -tal vez para los fanáticos es algo normal- pero es genial ver que acá Slash no es una mega estrella siendo puesta como el protagonista de esta historia. Sino que detrás de las insanas improvisaciones del guitarrista, existe todo un trabajo escénico en donde todos los miembros brillan por su propia cuenta. Myles Kennedy es un vocalista excelente, de esas contrataciones envidiables que puedes comparar con la de un equipo de fútbol, un cantante que además de tener una conexión exclusiva y más amigable con la gente, logra llenar el lugar con su indomable rango vocal. A él se le vio disfrutando cada segundo del show, incluso cuando invitó al público a hacer el juego de voces acappella, se mató de la risa tratando de igualar el EO de Freddie Mercury, tan así que casi quedó sin aire de la humorada.
Pero no solamente en el micrófono estuvo Kennedy haciendo un trabajo excelente, el bajista Todd Kerns -con su pelo largo y gótico- logró sorprender con su alegoría vocal, una más directa y rockera. Cuando en una sección Myles se fue a descansar al backstage, Kerns se apoderó de su puesto, y con unas ganas de destruir todo a su alrededor, exclamó la frase que le da el nombre a esta canción: ´We´re All Gonna Die´(Todos vamos a morir).
Ahí el alma de la fiesta fue él, y de su lado Frank Sidoris fue un complemento que le dio dinámica cada vez que tenían una sección rítmica de bajo y guitarra que cubrir. Fueron usuales las conversaciones internas que tuvieron entremedio del ruido, en donde se coordinaban para mirar al público en sincronía con la canción.-
Y qué decir de Brent Fitz en la batería, entre los ventiladores que enfriaban sus intensas corridas con su equipo de platillos y toms, vistió orgulloso la camiseta de la selección chilena perteneciente a las clasificatorias del mundial 2006.
Slash ¿Qué podemos decir de él? Todos en el grupo son esenciales, pero el desplante y carrera de este individuo es superlativa, y lo que nos demostró en toda su duración fue la validación de un estilo patentado en su manejo del blues y el hard rock como principales componentes de su maestría. Durante canciones como ´Boulevard Of Broken Hearts´, decidió alargar la duración de los temas para soltar esos dedos, posicionándose en su pose histórica con su Gibson en mano, luciendo sus solos de guitarras soberbios como él sabe hacerlos, con pasión y escalas eternas. Incluso para ‘Wicked Stone‘ tocó 15 minutos de improvisación, comparados a los 30 minutos que se mandó el 2015 con »Rocket Queen‘.
Su última visita a Chile fue con Guns N’ Roses en el 2017, y viendo el peso generacional que el grupo más peligroso del mundo tiene con su cancionero de distorsión, pues él se arriesgó a defenderse con su propia discografía, en donde llegamos al otro punto fuerte de la noche. Slash decidió soltar su parafernalia propia y darle poco en el gusto a los nostálgicos. La única canción de GNR que tocó fue ´Nightrain´, mientras el resto fue totalmente entregado a los discos solistas, cosa que le dio más peso a todo el asunto, sin dejar a nadie decepcionado. Eso habla muy bien de cómo los sonidos y canciones que él ha creado post guns han logrado la recepción positiva que obtuvo, y con más adeptos que detractores.
The Conspirators consolidaron su cuarta visita en un ruidoso show que se destacó por revivir el rock and roll de vieja escuela, y ese gusto por el desquite de guitarra en vivo, del cual Slash fue el héroe de la noche. Nada que envidiar a un setlist nostálgico que vendería por lo que es, historia, y es que este proyecto ha sacado discos memorables y con una fórmula infalible que ha sabido juntar a sus mejores músicos para volverlo una realidad. Ayer más que un desafío, se vio como un paseo por casa con todos disfrutando en el trayecto y haciendo lo que querrían. Fue una clase de vigencia rockera aplicada por un maestro y sus súbditos acompañándolo a él en este camino al filo de la muerte que es vivir de la locura y la rebeldía.