PANKAR
Hemos pasado desde el rock/metal folclórico de Cerro Perro, hasta las andanzas espaciales de Humboldt con su nuevo disco «Atlas», pero el día de hoy leerán sobre una actitud que se necesita en una época en donde la producción se ha vuelto una arista detallista. Acá la protesta innata de los vientos porteños nuevamente está empezando a cobrar fuerza bruta, y son muchos contextos los cuales están pidiendo que trabajos explosivos hablen sobre la injusticia, la represión policial, y el respeto a los pueblos originarios.
Pankar nace como un proyecto musical durante el 2014, todo con un fin específico, soltar la ira y desquite en un país azotado por la corrupción y el poco respeto a sus ciudadanos. Formación tras formación, la banda logra su debut en vivo en el año 2015, en donde en definitiva todo -de manera pausada y sigilosa- llegaría a definir a sus miembros oficiales, como también el mensaje y puesta en escena que tomarían a futuro.
Con Diego Guerra (bajo y voz), Jonathan Astudillo (guitarra y voces), Esteban Riquelme (guitarra y voces) y Mario Chavol (batería), el grupo se aliaron a diferentes contactos para lograr crear este primer trabajo incendiario, contando con la ayuda fotográfica de Ojo Maestro, medio de comunicación independiente que está dando espacio al arte.
Pero algo que tratan de demostrar siempre, es la intención de exteriorizar una fuerza enrabiada en sus presentaciones en vivo, con guitarras rítmicas viscerales y el cruce de instrumentos de aire andinos en ciertas secciones paranoicas y violentas de sus canciones. Incluso, tienen un concierto grabado en gran calidad, en donde pueden verificar la descripción.
GRITO WARRINCHE
El grito de guerra y disconformidad expulsado de estos amplificadores es necesario. De principio a fin este disco busca ser una voz directa que escupe claramente sobre lo que está mal en los gobernadores de este país, y de la apertura a la consciencia que hay que radicalizar. Radicalizar la consciencia suena como algo autoritario -lo más posible es que sí- pero dentro de muchos ideales y de promesas con fines arribistas sin cumplir, las letras de Pankar en Grito Warrinche son ese combustible explosivo que busca abrir los ojos de la gente. No por algo su concepto completo va de la mano del guerrero mapuche, de como estos siempre han representado una contra directa cuando de la vulneración de sus derechos trata.
El mensaje no solamente es el cuerpo de esta propuesta contestataria y clásica, también el no tener definido un estilo de rock/metal en su fórmula. Pasan desde los quiebres clásicos del thrash metal con su potente entrada en ´Winka´, mostrando su respeto folclórico con los sonidos de los aires mapuches en su incorporación. Pero también logran penetras al auditor acostumbrado a temas bien elaborados en su estructura, atacando de la nada con platillos acelerados que te terminan dando un golpe en la cara con la velocidad de ´Dinastía´. Eso se debe a que todos sus miembros tienen alguna influencia vertida, pero que al menos saben transmitir el descontento de sus canciones, y para eso necesitan todos los sonidos con los cuales la protesta se ha escrito en la historia. Escucharás stoner hasta heavy metal, incluso acercamientos al leves de death metal compartiendo con el punk, permitiendo que a un público extenso le guste la música del grupo.
De todas maneras, cada canción tiene lo suyo respecto a la transición de sus solos, a las voces compartidas que van agregando matices musicales con guturales y el punk cantado. Pero detrás de todo esto no solamente hay un descontento con el gobierno, el sentimiento sombrío del resentimiento y el tiempo se vuelven reales, como en el track ´Trepelaimiduam´-. En esta parte se da vuelta el componente pesado y headbanger de sus primeras dos canciones, para acechar con un aire distópico. Y es que igual, parte de la sinceridad de este álbum va seguida de un luto personal que la banda tuvo que atravesar. Este es un homenaje a esas almas rebeldes que nunca se han cansado-y que nunca se cansarán- de ir en contra de la corriente para llegar a donde quieren. Eso se muestra en el último tramo llamado ´Ñuke Mapu´, el cual es la única canción la cual no es original de ellos, sino de su anterior banda, Freakie The Freak, del cual permitió el nacimiento de Pankar, y en donde uno de los ex-miembros hace muy poco dejó este mundo.
Hay temas excelentes para vacilar y codearse, y para eso la irónica ´El Pueblo Desunido’ es un despliegue de rabia que se puede sentir con gran rapidez, hasta la transición de bajo hacía ´Jamás´, que sigue la ronda del mosh pit. Siempre hay un tema para el deleite, y otro para romper paredes con fuerza. Eso te mantiene atento a lo que puede ocurrir con los distintos motivos que van presentando en el transcurso.
En términos de producción, se nota mucho la postura del «hazlo tú mismo«, y de lograr recrear un sonido casero de vieja escuela. Lo que se escucha es puro talento visceral e intenso que busca mostrarse como es, sin pretender arreglos ni menos calidad. Hay trabajos en donde siempre se busca sonar imposible y ambicioso, pero acá como obra de banda pesada es notable el cómo retoman las raíces de este género, que de vez en cuando necesita profundizar en sus orígenes. Esto se nota también en como la voz suena seca, con la intención de ser un desquite que se desangra hasta dejar claro su propósito, y guitarras que al unísono suenan imponentes con una batería potente.
Sólido puede ser la palabra que defina el debut de Pankar, una búsqueda de sonido con la cual son una contra a las injusticias que se viven en el pueblo mapuche, como también a otras temáticas relacionadas al medio-ambiente y a la sociedad racista que día a día se vuelve más hostil. Pero en lo musical, es una patada agresiva y bien ejecutada, con temas para cabecear y moshear, como otros para apreciar por sus despliegues instrumentales. Pedirles un sonido novedoso a las bandas de metal hoy es una obligación asumida, para no llegar a caer en cosas banales del género o predecibles, pero acá es más fuerte el discurso que la pretensión. La mezcla de guitarras y el poderío vocal con sus habilidades más crudas, muestran que Grito Warrinche es un buen comienzo para una banda con un abanico sonoro del cual puede sacar mucho provecho al futuro.