Por Claudio Miranda
Fotos Mario Miranda
«Cuando piensas en Thrash, puedes pensar en sus orígenes en Europa, pero el estilo dicho y hecho», nació en EE.UU.». La frase pertenece al reconocido periodista y locutor Eddie Trunk, y lo relacionamos con Vio-Lence porque, si bien no fueron los primeros como Metallica y Slayer, su formación en San Francisco, California, va mucho más allá del dato biográfico. Junto a Exodus, Forbidden y Death Angel, la segunda oleada del Thrash de los ’80s le debe bastante a quienes salieron a matar o morir con placas fundamentales como Eternal Nightmare (1988) y Opressing The Masses (1990).
El culto del Thrash metal en su estado más puro, desde la tripa y con el espíritu de una era irrepetible, motivó a la convocatoria de los bangers nacionales. Y tras la larga espera luego de la emergencia sanitaria, la pandilla liderada por Sean Killian aterrizó en suelo nacional para desplegar una carnicería de metal, de la cual nadie saldría ileso.
A eso de las 19 horas, Terror Society dio el «vamos!» a la jornada con su Thrash metal de alta factura, dando cuenta de un espectáculo electrizante en todo punto. Con el LP debut «There’s No Tomorrow» salido del horno este año, tanto el track homónimo como «Lost Control» y la bruma voraz de «Powerful Killer«, todas relucen en vivo con una maestría a la altura del desplante con que el Cariola, a media capacidad aún, empezaba a sucumbir. Sin duda, un arranque rutilante, viniendo de un conjunto que domina el escenario como si no hubiera mañana.
Con «Destrucción Trascendental» bajo el brazo, Dekapited también tenía algo que decir, y lo hizo… a su modo. A la cara, sin sutilezas y las cosas por su nombre. Desde el patadón con «Policía Bastarda» somos testigos de porqué es la banda más exitosa e influyente del estilo durante la última década.
Comandados por Camilo Pierattini, el bombardeo fue inminente. «Aniquilación Total«, «Muerte”, “Anticristo» y «Nada» -con todo el cariño para la clase política, del lado que sea-, son de esas nuestras irrefutables de lo que es Dekapited hoy día, con un presente glorioso a nivel local y, por qué no, sudamericano. Nada de discursos ni frases «buena onda»; esto es metal desde la tripa, thrash por actitud frente a toda la mierda de la vida ayer y hoy.
Con Massive Power, referente nacional para los amantes más puristas del estilo, culminaría la espera, y de la manera propia de quienes saben que esto no admite medios tintes. «Moshing Rage«, «March of Destruction» y «Spiral Of Violence» sonaron aplastantes, sin mostrar piedad bajo ningún motivo. Por supuesto, el sentido del humor graficado en los agradecimientos y bromas a la productora, explica porqué son tan queridos sin decaer un instante la paliza. Y tratándose de una institución con más de dos décadas comiendo y respirando Thrash de viejo cuño, es justo y necesario.
21:30 pasadas y, la bestialidad demencial de “Eternal Nightmare”, con el público coreando la intro a todo pulmón, nos convencía de la realidad. La centrifuga humana fue inmediata ante el poderío de unos Vio-lence en plena forma, luego de más de tres décadas. Pegada llegaría “Serial Killer”, sin duda un regalo para todo fanático de la vieja escuela y el metal en su estado más cavernario.
Tras el 1er saludo de Sean Killian a los fans nacionales, “Calling In the Coroner” y “Officer Nice” -esta última del infravalorado Opressing The Masses– continúan la devastación con una solidez abrumadora. Sorprende y da gusto apreciar las capacidades de Killian sobre el escenario, con su voz tan fresca como en sus 20s y dando una clase de carisma que no necesita de ningún artilugio para echarse al bolsillo hasta al más curioso. “I Profit” y “Kill on Command” tienen su turno en el repertorio, y más asesinas en el directo no pueden sonar y parecer. Siempre con puño en alto, con algunos cuerpos volando desde el escenario, y la seguridad del evento exigida ante tamaño nivel de entrega y fanatismo. Una locura en toda su regla de caos.
Así como “Flesh From Bone” y “Upon Their Cross” reflejan el presente discográfico del reciente Let The World Burn, también aprovechamos de hacer hincapié en la labor de quienes integran esta versión 2022 de Vio-lence. Desde históricos como el capitán Killian y el baterista Perry Strickland, hasta contrataciones explosivas como el bajista Christian Olde Wolbers -componente de Fear Factory en su etapa clásica-, y el nombre de Bobby Gustafson como leyenda viviente de la oleada neoyorkina del Thrash por su pasado en Overkill. Completando al equipo, al menos para la gira sudamericana, se agradece la disposición de Ira Black ocupando el lugar del titular Phil Demmel. Todos rindiendo con una solidez intimidante, como tiene que ser el Thrash Metal, no un género sino el impulso por arrasar con todo lo que no obedezca a su expresión artística.
“Mentally Aflicted”, el desastre total con “Phobophobia” y el broche de oro con “World in a World”, cerraron una hora de música extrema al hueso, donde las recetas de temporada pesan cero ante el impulso visceral de esta música por la que muchos vivimos y morimos hasta el sudor. Fue una matanza serial, con varias gargantas rebanadas y litros de sangre derramados en una pesadilla interminable. Eso es Vio-lence en su esencia, un estímulo por el placer de matar en un mundo en llamas.